08/10/2025 | Juan Palacio
La inteligencia artificial promete a las organizaciones ágiles potenciar las capacidades humanas, pero ¿qué ocurre cuando los marcos que guían su implementación son tan ambiguos que cada empresa puede encontrar en ellos exactamente lo que quiere ver?
En la comunidad ágil, documentos como el “Scrum Guide Expansion Pack“ intentan guiar el uso de la IA en las organizaciones ágiles, pero la verdad es que pueden ser cuchillos de doble filo: puede ayudar a usar la IA sobre las bases de la agilidad o pueden ser la coartada perfecta para perpetuar viejos hábitos disfrazados de agilidad. En concrfeto el "Scrum Guide Expansion Pack" dedica un gran esfuerzo a recordar que “lo humano es lo primero” y que la IA debe ser sólo un “aumento cognitivo”, pero al mismo tiempo se explaya en describir con detalle la eficiencia que aporta la inteligencia artificial.
Pero puede ocurrir, la presión por los resultados incline la balanza hacia la optimización y convierta las buenas intenciones humanistas en discursos de bien quedar.
Para la cultura de la empresa, el “Scrum Guide Expansion Pack” es un test de Rorschach, que refleja la que ya tiene. La empresa puede proyectar sus valores sobre el texto y encontrar, la confirmación que necesita para validar su enfoque.
Una organización centrada en las personas, busca en el texto la inspiración para validar o desarrollar su cultura de confianza, creatividad y desarrollo de personas y , por supuesto, la encuentra:
Pero al mismo tiempo, una organización con una cultura arraigada en la eficiencia, la predictibilidad y el control de procesos, busca en el mismo documento la justificación para perfeccionar y acelerar su maquinaria productiva y, también la encuentra:
Las dos organizaciones aplican el “Pack”, y en ambos casos el resultado es la intensificación la cultura que ya poseían.
Un marco ambiguo puede funcionar como un espejo que refleja la cultura y las intenciones preexistentes. A una organización centrada en las personas, el marco valida y refuerza su enfoque, pero a una organización centrada en el producto, también.
Puede ser un eco de lo que ya es la organización y el peligro se hace más profundo cuando no se usa como espejo sino como máscara. Porque la ambigüedad permite adoptar la retórica de la agilidad centrada en las personas —”empoderamiento” , “autogestión” “seguridad psicológica”, etc. — para construir una fachada sin una realidad consecuente.
Para las personas, el cinismo de las organizaciones que predican el humanismo pero practican el taylorismo es agotador. Mata la confianza, la motivación y con ello: la creatividad.
Para la organización el resultado es una transformación estancada. Se adoptan los rituales, pero sin cambiar el ADN cultural, confundiendo la actividad con el progreso.
Y para la comunidad, el resultado es la devaluación del término “ágil”, que pierde su significado para convertirse en un conjunto de herramientas que cualquier cultura, puede adoptar.
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