Principales modelos y marcos ágiles
La gestión ágil de proyectos tiene como objetivo dar garantías a las demandas principales de la industria actual: valor, reducción del tiempo de desarrollo, agilidad, flexibilidad y fiabilidad.
Valor
La gestión ágil se necesita en los mercados rápidos. Su objetivo es dar el mayor valor posible al producto, cuando éste se basa en:
- Innovación
- Flexibilidad
La permanencia de estas empresas depende de su capacidad de innovación continua. Del lanzamiento ininterrumpido de novedades, que com¬piten con los productos de otras empresas que también están en continua innovación.
Flexibilidad: el producto no sólo es valioso por su valor en el momento de su lanzamiento, sino también por su capacidad de adaptación y evolución a través de actualizaciones y ampliaciones.
Reducción del tiempo de salida al mercado
En la década de los 90, el tiempo medio de salida al mercado de los nuevos productos en EE.UU. se redujo de 35,5 a 11 meses (Wujec & Muscat, 2002). Este tiempo es un factor competitivo clave en determinados sectores.
Las estrategias de la gestión ágil para producir resultados en menos tiempo que la gestión tradicional son:
- Solapamiento de las fases de desarrollo.
- Entrega temprana de las primeras partes del producto, que corresponden con las de mayor urgencia para el cliente, de forma que puede lanzar la primera versión en el menor tiempo posible.
Agilidad
Capacidad para producir partes completas del producto en periodos breves de tiempo.
Flexibilidad
Capacidad para adaptar la forma y el curso del desarrollo a las características del proyecto, y a la evolución de los requisitos.
Resultados fiables
El objetivo de la gestión predictiva es ejecutar el trabajo planificado (y conocido de antemano) en el plazo planificado y por el coste previsto.
La gestión ágil no tiene un carácter predictivo o de anticipación. No conoce de antemano el detalle del producto que va a desarrollar, y por eso su objetivo no es fiabilidad en el cumplimiento de los planes, sino en el valor del resultado: proporcionar el mayor valor posible al mínimo producto viable para su lanzamiento inicial, y el incremento frecuente y continuo de dicho valor.
Los procesos de la gestión tradicional son buenos cuando consiguen desarrollar de forma repetible los productos especificados en el tiempo y con los costes previstos.
El equipo y las prácticas ágiles son buenas cuando consiguen entregar de forma temprana y continua un valor innovador.