¿Design Thinking puede ayudarnos a volver a la rutina?

¿Puede Design Thinking hacer que nuestra vuelta a la rutina después de las vacaciones sea más llevadera y menos estresante?

Volver a la rutina después de las vacaciones puede ser un desafío. Pasar de la tranquilidad a las responsabilidades diarias puede resultar abrumador. Pero, ¿y si con Design Thinking pudiéramos hacer que esta transición resultase más llevadera? Aunque esta metodología está relacionada con la innovación en el diseño de productos o servicios, sus principios pueden ser útiles en situaciones cotidianas.

En este artículo veremos cómo aplicar las cinco fases de Design Thinking para facilitar la vuelta a la rutina, mejorando nuestro bienestar.

¿Qué es Design Thinking?

Design Thinking es una metodología que se utiliza para desarrollar soluciones innovadoras y que tiene su foco en las necesidades y deseos de los usuarios.

Se divide en cinco fases clave:

  1. Empatizar: comprender las necesidades, emociones y motivaciones de las personas involucradas.
  2. Definir: identificar los problemas y desafíos clave.
  3. Idear: generar ideas creativas para resolver los problemas definidos.
  4. Prototipar: crear versiones simples y manejables de las soluciones propuestas para probarlas rápidamente.
  5. Testear: evaluar las soluciones mediante la retroalimentación de los usuarios y hacer ajustes según sea necesario.

Es una metodología iterativa, es decir, podemos regresar a fases anteriores para ajustar las soluciones.

Fases de Design Thinking

Volver a la rutina con Design Thinking

Ahora bien, ¿cómo puede ayudarnos esta metodología en nuestra vuelta de las vacaciones?

Fase 1: empatizar

El objetivo de esta primera fase es comprender los sentimientos y desafíos asociados con la vuelta a la rutina. Es decir, recabar información de los «usuarios». Podemos:

  • Reflexionar sobre nuestras emociones: identifica cómo te sientes ante la vuelta al trabajo o a la rutina. Antes de tomar ningún plan de acción, es importante identificar cómo nos sentimos. De lo contrario, no seremos capaces de gestionarlo. Es un paso básico de la inteligencia emocional para con uno mismo.
  • Hablar con compañeros: realiza una pequeña «investigación» hablando con amigos, colegas o familiares que también estén en tu misma situación. Pregunta cómo se sienten al respecto, cuáles son sus principales preocupaciones (agotamiento, falta de motivación, tareas acumuladas) y qué les ayudaría a hacer esta transición más fácil. También puedes compartir tus preocupaciones, de este modo quizás te sientas más comprendido y menos solo en el proceso.
  • Ser consciente de nuestro contexto. Las herramientas que sirvan a una persona pueden no servir a otra. Por eso lo mejor es observar nuestro contexto y tratar de adecuarnos a él. De lo contrario, podemos sentirnos muy frustrados, quizás culpables, y tanto nuestra motivación como autoestima se verán afectadas.

Fase 2: definir

Una vez identificadas las emociones y los desafíos, es el momento de determinar qué problemas clave necesitamos abordar para facilitar la vuelta a la rutina. Podemos, por ejemplo:

  1. Hacer una lista de todos los problemas comunes. Por ejemplo, la carga de trabajo que encontraremos, la dificultad para recuperar el ritmo, la falta de motivación, etc.
  2. Priorizar dos o tres más críticos y que puedan tener mayor impacto, si se resuelven. Por ejemplo, «Sentirse abrumado por el trabajo acumulado» o «Dificultad para reanudar hábitos saludables».

Fase 3: idear

Es el momento de generar ideas creativas y prácticas para hacer nuestra vuelta más llevadera. Se pueden proponer distintas estrategias para los problemas definidos:

  • Divide y vencerás. Si nos sentimos abrumados por la carga de trabajo, quizás sea útil crear un plan de acción para los primeros días en el que las tareas estén divididas en pequeñas acciones que se pueden completar fácilmente.
  • Realiza más descansos. Puede ser recomendable realizar descansos de 5 minutos en los que puedas hacer algo ajeno al trabajo que no te lleve más de ese tiempo. Por ejemplo, si haces trabajo de oficina, puedes levantarte y estirar las piernas.
  • Planifica pequeñas recompensas para mantener la motivación alta. Pueden ser al final de cada día o semana. Desde salidas, paseos o simplemente disfrutar de algún hobby.

Muchos de estos consejos no son sólo útiles para la vuelta de vacaciones, sino que pueden intentar aplicarse en nuestro día a día para mantener una buena salud física y mental. Sin embargo, como hemos comentado antes, no todos los contextos son los mismos. A veces hay responsabilidades más allá del trabajo. Por eso es importante la primera fase. Tal y como haríamos en nuestra organización: debemos conocer al usuario, en este caso, a nosotros.

Fase 4: prototipar

En este punto toca experimentar con las propuestas antes de implementarlas del todo. Por ejemplo, podemos elegir una o dos de las ideas generadas en la fase anterior y probarlas durante la primera semana después de las vacaciones. De este modo, evitamos una sobrecarga mental, pues solo son dos objetivos los que tenemos en mente; por otro lado, mantenemos el foco en una o dos tareas, facilitando que estas se cumplan.

Por ejemplo, para evitar sentirnos abrumados por la carga de trabajo, hemos realizado una lista de tareas priorizadas. Comenzaremos el día con una tarea sencilla e iremos aumentando la complejidad y cantidad de tareas de forma gradual. Al final del día podemos observar cómo nos hemos sentido e ir haciendo ajustes. Si estamos cansados, podemos revisar nuestra lista y reducir la cantidad o cambiar el orden de las actividades.

Fase 5: testear

Esta última fase consiste en evaluar la efectividad de las soluciones implementadas y ajustarlas según sea necesario. Podemos:

  • Revisar nuestro progreso semanal: al final de la primera semana podemos analizar cómo de efectivas han sido nuestras estrategias. ¿Estamos menos estresados? ¿Hemos podido gestionar la carga de trabajo? ¿Qué ideas han funcionado y cuáles no? En función de nuestras respuestas, podemos ir haciendo ajustes o probando nuevas ideas.
  • Pedir feedback: si trabajamos en equipo, podemos preguntar a los compañeros cómo perciben nuestro regreso. ¿Nos comunicamos con amabilidad o se nos nota tensos? ¿Quizás nos cuesta incluso comunicarnos? Esto puede ayudarnos a tener una perspectiva diferente y quizás a identificar problemas que no habíamos visto antes.

Regresar de las vacaciones puede ser menos estresante si aplicamos los principios de Design Thinking. Esta metodología iterativa y flexible centrada en las personas puede hacer que nuestra vuelta a la rutina sea una oportunidad para rediseñar nuestro día a día con creatividad e innovación. ¡Prueba y cuéntanos cuáles han sido tus resultados!

Si quieres saber más sobre esta metodología, en Open Knowledge puedes encontrar apuntes sobre el libro The Design Thinking Playbook y Design Thinking. Lidera el presente. Crea el futuro.

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