En el último viaje a San Francisco conocí ingenieros tanto de Google, como de pequeños proyectos y startup’s.
Aunque son empresas y equipos diferentes, sus formas de trabajar tienen dos cosas en común, que prácticamente ni se las cuestionan:
La primera: sus prácticas y métodos dan forma a principios ágiles: Trabajan desde una visión compartida por todo el equipo, no desde requisitos detallados. Construyen de forma iterativa produciendo continuamente incrementos del producto y analizando el feedback que genera.
La segunda: no siguen metodologías ni dogmas ágiles.
En realidad fijarse en la forma (en las prácticas) y no en el fondo (en los principios) es mirar al dedo y no a la luna a la que señala. La agilidad sin flexibilidad es una paradoja: es enseñar cómo deben organizarse los equipos «autoorganizados» (?).
Me recuerda las conclusiones de Jared M. Spool en su conferencia de edui 2009:
- Los mejores equipos no tienen una metodología ni siguen un dogma.
- Los equipos con problemas a menudo intentan seguir una metodología, sin éxito.
- Los mejores equipos exploran nuevas técnicas de trabajo de forma continua.
- Los equipos con problemas tienen un repertorio de técnicas fijo y limitado.