Uno de los debates típicos en el mundo de la gestión ágil de proyectos es si un gestor de proyectos debe ser una persona técnica o no. Unos dicen que es necesario haber «luchado en las trincheras» para entender lo que significa el trabajo de campo, otros dicen que las habilidades necesarias para la programación son muy distintas a las de la gestión, por lo que promocionar un buen programador a gestor no suele ser más que una demostración más del principio de peter.
Y razón no les falta a ninguno de los dos.
Sin embargo, desde mi punto de vista, estamos olvidando un aspecto importante: una de las cualidades más importantes para el gestor de proyectos es la empatía, eso que en castellano llamamos «ponerse en el pellejo del otro», aunque siempre me ha gustado más la expresión inglesa «andar con los zapatos del otro».
Esta empatía, debe aplicarse en tres dimensiones distintas, y si fallamos en una de ellas, las cosas no funcionarán:
- Con los clientes: para entender sus necesidades y ofrecerles la solución más adecuada posible, que es habitual que no sea la misma que la que nos están pidiendo.
- Con la dirección de la empresa: para entender sus exigencias y directrices y aplicarlas de forma coherente.
- Y sobretodo con el equipo técnico: para entender sus necesidades y valorar sus opiniones, requisito imprescindible para mantener un equipo ágil motivado.
La empatía es una de esas características que vienen «de serie»: o naces con ella, o es difícil desarrollarla de un día para otro. Así que un buen gestor de proyectos debería ser alguien muy empático por naturaleza.
Ahora bien, una persona ajena al mundo técnico, ¿puede ser empática con los programadores de su equipo? Dependerá mucho de su capacidad innata para empatizar.
Y una persona que es de naturaleza técnica ¿puede ser empática con un equipo técnico? También dependerá de su capacidad innata, aunque parece evidente que lo tendrá más fácil que el no-técnico.
Aunque parezca que lo más adecuado es promocionar a un técnico para tareas de gestión, no debe olvidar desarrollar su empatía en las otras dos dimensiones: con clientes (los técnicos no suelen practicar mucho el trato con clientes) y con la dirección (a veces, algunas de sus decisiones son difícilmente entendibles desde el punto de vista técnico, así que hay que aprender a verlas desde el punto de vista de negocio, estratégico, financiero, etc.).
Por supuesto, además de mejorar su empatía en esas tres dimensiones, el técnico promocionado tendrá que aprender otro montón de cosas de planificación ágil, gestión de riesgos, gestión de requisitos, negociación y gestión de proveedores, aseguramiento de la calidad, medición y análisis de indicadores, etc.
Así que, sea el gestor técnico o no, si no tiene la suficiente empatía para entenderse con su entorno de trabajo, tendremos un gestor «PHB» en toda regla.
Y tú, ¿crees que la empatía es algo esencial para el gestor de proyectos ágiles, o simplemente lo ves como algo opcional?